Parece que poco a poco regresamos a la «nueva normalidad» y las calles ajetreadas con enmascarados paseando, comprando o disfrutando en las terrazas nos hacen olvidar en cierta medida la excepcionalidad de los pasados meses. Parece que la imagen de Valencia va cambiando.

Pero habrá algo que no cambiará. Las decenas de personas con nombre y apellidos presenciaban en primera persona el silencio de una ciudad desconocida… Son los que han pasado su confinamiento entre cajas de cartón, viviendo y durmiendo en las calles de Valencia, soportando las inclemencias del tiempo, el hambre y la inseguridad.

Cada día durante el confinamiento, a la oscuridad comenzaban a convertirse en invisibles… más… si cabe… Los cartones que les sirven de lecho ahora se convierten en sus cuatro paredes que les protegían de las miradas de los policías de balcón…

Algunos más afortunados tienen una tienda de campaña. Muchos llevan esa vida desde hace años. Otros han sido recientemente desahuciados y se acaban de incorporar. Al menos ya llega el buen tiempo a Valencia…

La ,Asociación Amigos de la Calle lleva 10 años apoyándoles y les conoce muy bien. No solo les reparten comida todos los domingos, sino que les escuchan y les hacen sentirse visibles durante sus rutas. Desde que comenzó el estado de alarma, han intensificado su labor social, atendiendo cada día a más de 350 personas. Y nosotros, no podíamos dejar de echarles una mano.

Comenzamos haciendo bocadillos para algunos días a la semana. Adecuamos el Espai y reconvertimos el espacio de talleres en un gran espacio de entrepanes. Pedimos donaciones. Los hornos del barrio Puerto Rico y Valencia, el Horno San Pablo y el Horno La Nieves de l’Eliana colaboran y nos regalan barras de pan. También ,Juan Luna nos dona productos para la mezcla… Otras veces compramos atún y aceitunas. Los voluntarios se ponen manos a la obra.

Pero pronto pensamos que un plato de caliente entre tanto bocata no les irá nada mal… Y comienzan los cocinados de la mano de Mónica y Victor, cocinero profesional parado por el confinamiento que se volcó con el proyecto de inmediato. Unos días es pasta, otros lentejas, otros arroz, y voluntarias que cocinaban bizcochos para endulzar el confinamiento en las calles.

Y entonces llegaron las llamadas de los restaurantes ofreciendo ayuda. El primero fue ,El Camerino de Ruzafa. Amor, su propietaria, y algunas de sus empleadas y familiares cocinan ollas y ollas de suculentos guisos que nuestros voluntarios distribuyen en tuppers para la gente que vive en la calle. Además nos han donado alimentos y hasta un congelador para nuestro banco de alimentos!! Y es que una propietaria con ese nombre, como no puede ser de otra forma, reparte amor a espuertas.

Y otro amor de persona es Dolores Aznar, la propietaria de la ,Sala Canal en Pinedo, donde estos últimos dos domingos han cocinado nada más y nada menos que 350 raciones de arroz al horno y 200 de pollo con patatas. Gracias a Jose, Ramón, y las cocineras Amparo, Carmen, y Pepitas, así como a la frutería El Rochet de Pinedo por sus donaciones!! Son ángeles que ya ha colaborado en otras ocasiones con nuestra fundación cocinando para los niños y niñas de acogida de Chernobil y los niños y niñas de Voces por Benin. Ahora degustan sus deliciosos guisos los sintecho de las calles de Valencia, que siguen, de momento, confinados en cajas.