La semana pasada, tres representantes de la fundación estuvimos visitando la zona Este de Ucrania, y reviviendo en primera persona la situación en la que viven millones de personas en lo que llaman ZONA ROJA.

Se trata de los 15 km. desde la zona ocupada por la armada rusa de norte a sur del país, que compone las regiones de Lugansk y Donestk.

Nosotros solo visitamos tres pueblos, Krasnagorivka, Marina y Nova – Mijaloivka. Son tres poblaciones que sufrieron fuertes agresiones durante los años 16 y 17 contra población civil.

Vamos de la mano de Daniel. Es un voluntario, ingeniero y psicólogo, que dejó su empresa para luchar por lo que creía un ideal que se convirtió en locura, y dejó el ideal por defender a los más vulnerados por la locura de la guerra: los niños y niñas. Montó un hogar con 24 niños huérfanos, pero hoy en día ayuda a muchos más. Por ello hemos llevado material humanitario que está siendo repartido entre los usuarios.

Fuimos a visitar a las trabajadoras sociales de Krasnagorivka que acogieron con gran ilusión nuestro proyecto de acogimiento familiar internacional. Estamos seguros de que el viaje a España por dos meses de algunos de estos niños y niñas que conocimos supondrá un gran respiro para su salud emocional y física.

Daniel trabaja con la que va a comenzar a ser nuestra nueva contraparte. Una organización ucraniana: El proyecto SOÑADORES, liderada por jóvenes voluntarios que se dedican a sacar temporalmente a los adolescentes de la zona del conflicto y a invitarlos a SOÑAR.

Conocimos a familias que viven solo a metros de la zona de fuego, donde al caer la noche los francotiradores de ambos bandos comienzan su jornada laboral.

Hoy en día, viven entre la reconstrucción y la memoria, entre la memoria que quiere reconstruir los tiempos pasados y la que quiere olvidar los días en los sótanos, corriendo escaleras abajo huyendo de los bombardeos y deseando que todo acabara. Hoy en día, les dicen que ya ha terminado… pero no consiguen creerlo. Hay militares por todas partes. Hay tanques cerca. No hay agua corriente, ni gas, y los cortes de electricidad son constantes. Aún así, Natalia, la representante del equipo de SOÑADORES, les ayuda a soñar, a tener esperanza, y a saber que ellos son los que pueden reconstruir, con ilusión, su tierra.