En Zhmiivka entienden perfectamente lo que significan las palabras  «estado de alarma». Hoy se cumplen 34 años del accidente de Chernobil, que ocurrió solo a unos Km. de esta pequeña aldea de la región de Ivankiv, en Ucrania, que cuenta con un total de 30.000 habitantes.

Masha nos dice que está preparada para las alarmas, que ya vivió Chernobil en el 86. Sabe que ya se equivocaron una vez cuando ocultaron información y tardaron en evacuar la zona contaminada más de 36 horas y eso trajo consecuencias. Uno de sus hijos, Sasha, nació con malformaciones en las las manos que gracias al programa humanitario de la Fundación Juntos por la Vida y al Dr. Pedro Cavadas, tras dos intervenciones quirúrgicas, se solucionaron hace ya 13 años. Si! El mismo Dr. Cavadas que este año pronosticó que otro gobierno, esta vez el Chino, por su falta de transparencia, podría llevar al mundo a la crisis humanitaria que estamos viviendo. 

Y es que ellos ya llevan confinados casi dos meses. Ya se saben la lección. Hay que hacer caso a las autoridades y no salir de casa. Y así lo están haciendo.  Ahora Sasha es universitario en Kiev y vuelve a la aldea para estar con su madre. Su sueño, como el de otros muchos, llegar a tener una vida mejor lejos de esas tierras contaminadas y sin futuro, donde el alcohol es la única vacuna y medicina para muchos, no porque prevenga ni cure, sino porque ayuda a olvidar.  

Los ucranianos de las zonas olvidadas de Chernobil, obedecieron y se quedaron en casa, y las aldeas volvieron a estar desiertas, como en aquellos días de la evacuación. Y hace dos semanas, regresó el temor. Esta vez sí que se olía, se sentía hasta el punto de no dejar respirar. Cientos de hectáreas ardían en diferentes puntos alrededor de Chernobil. Tardaron en controlar el incendio varios días. Nosotros sabíamos más por la prensa internacional que ellos por sus autoridades, nos decían. La CNN anunciaba que los niveles de radioactividad se habían multiplicado por 16. En otros medios hablaban de ataques provocados en varios puntos de Ucrania. El 17 de abril de 2020 Kiev llegó a ser la ciudad más contaminada del planeta.

Ahora los incendios se han extinguido, pero el enemigo invisible sigue allí… según los expertos por muchos años más. De momento, conviviendo con el Coronavirus y multiplicando el miedo de la población.  Una población que vive al día y no teme a quedarse sin comida. Cada familia, aunque pobre, puede cultivar alimentos que incluso intercambian entre ellos, porque curiosamente, las tierras de Ivankiv son fértiles, aunque también radioactivas. Esa radioactividad que vas ingiriendo poco a poco y que no te lleva a la UCI en dos semanas como el COVID-19 pero hace que se incrementen los riesgos oncológicos y se acorte la esperanza de vida.

Por este motivo, y por muchos otros, desde hace 25 años, nosotros y otras muchas asociaciones realizamos programas de acogimiento familiar internacional. Gracias a su familia de acogida, Sasha se está convirtiendo en un héroe capaz de cumplir sus sueños y transformar su pequeño entorno en un mundo mejor. La buena noticia, es que, como él, hay cientos. 

Este año, 60 niños y niñas con nombres y apellidos esperan confinados a que esto pase con la esperanza de viajar el 20 de junio a España y recibir el merecido respiro que, ahora más que nunca necesitan. Por ellos, por muchos, acortemos la crisis del COVID-19. #quedateencasa

Fotos: Sasha Petrishchenko

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